A grandes rasgos, podríamos decir que la Pedagogía Waldorf, basándose en un conocimiento profundo y amplio del ser humano, ayuda a los maestros a respetar el proceso de maduración del niño equilibrando y fomentando su capacidad de acción, su sensibilidad artística y su intelecto, para permitirle abordar con seguridad los desafíos del mundo presente.
La pedagogía Waldorf no rehuye cuestiones tan importantes en nuestra época como son la importancia de los valores humanos, el necesario respeto de la naturaleza y del prójimo, el desarrollo y la protección de la salud a todos los niveles, la potenciación de la autonomía, la creatividad individual, etc.
PEDAGOGÍA WALDORF EN EL JARDÍN DE INFANCIA
Con el comienzo del nuevo milenio, los expectativas en cuanto a la educación de los niños pequeños han ido en ascenso. Mientras más rápido son introducidos al mundo adulto, el tiempo que disponen para disfrutar y vivir su infancia en plenitud va en descenso de una manera acelerada.
La desesperación de la infancia es un fenómeno contemporáneo y es el resultado de una desconocimiento de las verdaderas necesidades del niño, que conlleva a consecuencias nefastas para su desarrollo futuro.
Basado en un conocimiento profundo de las necesidades del niño, el Jardín de Infancia Waldorf (como el hogar Waldorf ubicada en Ibi) lo acoge con respeto, reconociendo su individualidad y proporcionándole un ambiente hogareño, propicio para el despliegue de todas sus facultades innatas. Como resultado de este enfoque educativo tendremos en el futuro jóvenes adultos seguros de sí mismos, con aportes novedosos y valiosos para el mundo actual, producto de un pensar claro y creativo, llenos de iniciativa, sensibilidad social y con una vida emotiva rica y estable, todo esto fundamentado en un fuerte y activo sentido de lo que quieren realizar en la vida.
Desde el momento del nacimiento, el niño trae consigo un impulso, un deseo de querer reconocerse a sí mismo y relacionarse con el mundo que le rodea, está completamente abierto hacia su entorno, por lo que las impresiones sensorias que recibe tienen un impacto profundo en su desarrollo físico, emotivo y cognitivo.
- Juguetes que están hechos de materiales naturales, cuidando además la cualidad de sus formas.
- Alimentación sana; productos naturales y ecológicos.
- El uso de materiales didácticos adecuados y de gran calidad; acuarelas y ceras hechas con tintes naturales con las que el niño pueden entrar en contacto con el brillo y la verdadera cualidad del color, cera de abeja para modelar, lanas naturales de oveja,.....
- El ambiente se cuida con colores suaves en las paredes, espacio libre para facilitar el juego y el movimiento. Rincones de juego para que el niño pueda elegir...
- Instrumentos y elementos sonoros adecuados (escala pentatónica) que favorecen el desarrollo auditivo del pequeño. Acompañado por los cantos de la maestra.
Podríamos decir, entonces, que “nutrimos al niño a nivel sensorio” ya que todas estas impresiones sensoriales constituyen un alimento para su alma y modelan sus órganos internos, de la misma manera como los alimentos nutren el cuerpo físico. De esta manera el dicho popular “Dime lo que comes y te diré quién eres” puede ser igualado a “Dime qué percibe y experimenta tu hijo y te diré quién será en el futuro”.
Hasta la edad de 3 años es muy importante que el niño esté con su madre. Hoy esto, en la mayoría de casos, ya no es posible ya que las madres trabajan fuera de casa; en esta situación es conveniente que el niño esté con personas fijas que cuiden de él puesto ello le da seguridad y equilibrio.
Esta pedagogía entiende que es mucho más importante estimular la imaginación y el sentido social que estimular todo aprendizaje intelectual. Descanso, comida y aseo son hábitos que juegan un papel básico en el ritmo diario.
El papel de la maestra es realizar actividades cotidianas tales como hacer el desayuno, coser, cuidar las plantas, hacer pan….Mientras ella realiza cualquier actividad, el niño tiene la oportunidad, nunca la obligación de poder participar. El ritmo estacional envuelve todo el ambiente: cantos, corros y cuentos de hadas nutren el alma del niño.
Las actividades cotidianas sirven para estar en contacto con los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), y también se realizan en función de los ciclos y ritmos que rigen la Naturaleza y, por extensión, al Ser Humano. Esta conexión también activa lo sentidos, lo que resulta fundamental para el desarrollo integral de niño.