«Hace mucho tiempo el hombre solía decir que si uno recordaba las historias que se le transmitían, éstas le harían fuerte. Incluso una pequeña parte de las historias mantendría fuertes a él y a sus hijos, de forma que podrían enfrentar cualquier cosa que les presentara el futuro» RAY YAZZIE (Navajo)
¿Es correcto contar cuentos a los niños? En siglos pasados, esta pregunta no hubiera tenido sentido, pues contar cuentos a los niños era incuestionable.
Sin embargo, ahora, cuando el pensamiento es más frío y abstracto, existe el creciente convencimiento de que los cuentos no entrañaban más que falsedades. Por eso, en la actualidad, hemos de plantearnos la pregunta: ¿debemos contar cuentos a los niños pequeños?
Para contestar esta pregunta hemos de esforzarnos, por un lado, en comprender más profundamente la esencia del niño y, por el otro, tratar de investigar cual es exactamente el mensaje del cuento.
Si queremos conocer el verdadero contenido de los cuentos, lo mejor será que nos acerquemos a ellos por el camino de los refranes. Los refranes hablan el mismo lenguaje que los cuentos. Cuando alguien dice: «Agua profunda es tranquila», si se interpreta literalmente, no es verdad. Mas quien entienda el lenguaje figurado de los refranes, comprenderá que expresa simbólicamente una verdad que atañe al hombre.
Con el lenguaje de los cuentos ocurre lo mismo: las cosas que nos refieren, vistas literal y exteriormente, son imposibles. Nos obstante, en forma de imágenes, expresan verdades muy grandes y profundas.
Nos referimos, por supuesto, a los cuentos tradicionales, no versionados, esos cuentos transmitidos de generación a generación durante siglos, cuentos que encierran una gran sabiduría y enriquecen la vida interior de los niños. Los cuentos auténticos de los Hermanos Grimm y también los de Andersen, verdadero alimento para el alma infantil.
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